El paisaje de la sabana de Bogotá, su sol inclemente al medio día, el frío de la montaña cuando cae el atardecer, es el escenario ideal para una terraza de estas características.
La arquitectura del volumen existente donde ocurren las actividades cotidianas del hogar, con imponentes muros y combinaciones de texturas, se convirtió en el telón de fondo de esta caja acristalada que sólo busca intervenir de la manera menos agresiva el paisaje de quien recorre los campos de golf, pero que a su vez permite disfrutar de las bondades de estar bajo techo sin perder el contacto con la naturaleza.
A un costado, entre muros y árboles, hemos conservado un área cubierta para las tardes de asado mientras en el interior se goza de este amplio y acogedor espacio de transición entre el interior y el exterior de la vivienda.