Caminar la Sierra Nevada de Santa Marta, es una sensación única, sublime, mágica, es sentir la impotencia de la naturaleza, su grandeza, y su generosidad. Cada paso es un dialogo silencioso con ella, una pregunta que responden al unísono las aves, los ríos, el viento, la montaña. Y así con los ojos puestos en la infinidad del paisaje y todos los sentidos alerta, se avanza entre colores, olores, sonidos y cantos.