Las plantas son grandes aliadas en el diseño y la decoración de interiores. Sus efectos trascienden de la mera contribución estética, convirtiéndose en recursos capaces de influir sobre el estado de ánimo o la percepción espacial. Frescura, tranquilidad o vitalismo son sólo algunas de las sensaciones que estos pequeños (o grandes) seres vivos aportan a cualquier hogar. Incluso están presentes en los mantras que proclaman ciertas filosofías como el Feng Shui, disciplina para la que la presencia de vegetación es casi una necesidad.
Pero ¿qué tipo de plantas es el más apropiado para según qué habitación? ¿Cómo elegir las especies ideales para la zona en la que vives? ¿Cuáles son las combinaciones más recomendables? ¿Es posible contar con un jardín en el interior del hogar? El capítulo del diseño de paisaje interior de la casa abre un universo de posibilidades aunque el asesoramiento de un experto siempre es una garantía de éxito. Eso sí, no hacen milagros. Si eres de los que entona habitualmente aquello de ‘no tengo mano con las plantas’, habrás de poner en práctica ciertas recomendaciones y apostar por especies capaces de contrarrestar ese don tan particular e, incluso, minimizar al máximo las atenciones que has de dedicarles.
Las zamioculcas, por ejemplo, son una de las especies más resistentes y, en consecuencia, una gran recomendación si buscas embriagar tus interiores con el atractivo de una decoración vegetal. En este libro de ideas te damos todas las claves sobre las zamioculcas: cuidados, riego, propiedades… ¿Listo para convertirte en un experto? ¡Toma nota!
Originaria del África oriental, las zamioculcas son un tipo de planta tropical resistente y poco exigente que, con el tiempo, ha ido ganando peso en el diseño y la decoración de interiores. Su sencillo mantenimiento así como su elegancia hacen de ella una opción perfecta para añadir un toque de vegetación a todo tipo de estancias.
De aspecto inconfundible, son sus hojas verdes brillantes repartidas por pares en tallos alargados lo que las hace fácilmente reconocibles y es que, las zamioculcas en flor, no son especialmente llamativas. De hecho, las flores de las zamioculcas, de color amarillo o crema, suelen pasar desapercibidas durante la época de floración (desde mediados de primavera hasta octubre, aunque depende de la climatología y la propia planta) que, como decimos, no despierta demasiado interés ornamental.
Hablamos de una planta de hojas perennes de desarrollo lento que, en su hábitat original puede alcanzar el metro de altura aunque, en el interior de una vivienda en otra zona, lo habitual es que su tamaño esté entre los 50 y los 70 centímetros de alto. Su atractivo aspecto no impide, sin embargo, que sus hojas la hagan merecedora de ocupar un puesto en el capítulo de plantas denominadas tóxicas. No obstante, las zamioculcas tienen propiedades que, igualmente, permiten su uso medicinal. Sea como fuere, es una opción ideal para quienes no tienen demasiado tiempo para sus cuidados, ni ‘alma’ de jardinero.
A la hora de hablar de zamioculcas y cuidados puede decirse que es una especie que no requiere de demasiadas atenciones. No obstante, sí requiere de ciertos cuidados básicos para un mantenimiento apropiado que, en cualquier caso, no complican en absoluto su cultivo. Su capacidad para adaptarse con facilidad a cualquier ambiente interior es uno de sus principales atractivos.
Dado que se trata de una planta tropical, la temperatura mínima recomendada es de 15 grados aunque la horquilla puede estar entre los 10 y los 18 grados de temperatura. Si bien es cierto que puede crecer en espacios poco luminosos, conviene ubicarla en un lugar bien iluminado (siempre evitando que reciba luz directa del sol) y, una vez elegido, no cambiarla frecuentemente de sitio, entre otras cosas, porque con el tipo se irá aclimatando y esto propiciará su desarrollo.
Las atenciones básicas también afectan al capítulo del riego, del que nos ocuparemos con detalle más adelante, aunque es interesante destacar que tanto las hojas como las raíces son reservas de agua para la zamioculca que, por otro lado, no tolera bien el encharcamiento. El suelo perfecto, por su parte, ha de ser ligero, suave y bien drenado siendo recomendable abonar la planta una vez al mes.
Especial cuidado requiere la zamioculca a la hora de ser trasplantada, un traslado que, en principio, suele hacerse cada dos o tres años, siempre que la maceta o recipiente en cuestión se haya quedado pequeño. Para culminar con éxito la tarea, lo ideal es utilizar un substrato universal con buen drenaje y seguir las recomendaciones de un experto.
La última de las cuestiones interesantes en términos de cuidados de las zamioculcas tiene que ver con la poda. En la práctica, es un proceso sencillo que, únicamente, tiene por objeto transformar las zamioculcas de hojas amarillas o aspecto ennegrecido en el ejemplar de hojas verdes brillantes que inunda de elegancia cualquier habitación. Eso sí, hay que asegurarse de que los útiles están perfectamente limpios para evitar posibles enfermedades o plagas para la planta.
Como ya avanzábamos, las zamioculcas no son especialmente amigas del exceso de riego, de hecho, ocurre todo lo contrario. Además de ser recomendable evitar las aguas demasiado calizas para la tarea, hay que procurar ajustar este capítulo a las condiciones particulares de la planta. Un buen indicador de la cantidad de agua necesaria tiene que ver con la luz y es que, si está en una zona muy luminosa y con temperaturas elevadas, la demanda será mayor que en el caso de ubicarse en un lugar más sombrío.
En definitiva, conviene más quedarse corto en el riego de las zamioculcas que pasarse. Los excesos pueden dar lugar a zamioculcas enfermas o zamioculcas con hojas amarillas, síntoma inconfundible de que la cantidad de agua proporcionada no se corresponde con las necesidades de la planta. En caso de detectar que las hojas comienzan a amarillear o, incluso caerse, hay que corregir los errores de riego para evitar perder una planta de naturaleza resistente.
De hecho, no es habitual encontrar zamioculcas enfermas ya que es muy raro que se vea afectada por plagas o similares. Los principales problemas de esta especie suelen estar más vinculados a malas técnicas de cultivo que a insectos u otros factores. No obstante, una de las afecciones más comunes (aunque con una incidencia muy limitada) es la plaga de la cochinilla algodonosa que, como en el caso del exceso de riego, torna las hojas de la zamioculca en amarillas e, incluso, puede provocar su caída.
El último de los aspectos que cabe la pena destacar en términos de cuidados de las zamioculcas tiene que ver con su reproducción. El proceso puede realizarse mediante bulbos o esquejes, aunque el primero de ellos es más rápido. No obstante, ambas técnicas son bastante lentas (al igual que el desarrollo de la propia planta) por lo que, si buscas un efecto inmediato en términos de decoración, lo mejor es hacerse con el ejemplar ya formado.
Si no tienes mucha prisa y cuentas con una zamioculca en el hogar el proceso para reproducirla por bulbos es sencillo ya que, las propias plantas, contienen una buena cantidad de ellos. Coloca al menos tres en la nueva maceta, aplica substrato universal y riega con moderación. En el caso de la reproducción de las zamioculcas por esquejes, el éxito dependerá de la mezcla de arena y turba a partes iguales. El mejor momento para hacerlo es el otoño. Es necesario retirar todas las hojas del pecíolo, enterrar el mismo en posición vertical y regar con moderación. En las macetas en las que se colocan los esquejes nacerán los bulbos y, de ahí, una nueva zamioculca.
¿Estás decidido a trasladar los beneficios de las plantas a tu hogar? Seguro que encuentras inspiración en nuestro libro de ideas: 20 jardines pequeños que podrás hacer rápidamente.